Aunque los Pastafaris no requieren de ningún sacramento en concreto, se ofrece la posibilidad de celebrar (que eso sí que es de obligado cumplimiento) cualquier cosa que sea digna de alegría.
Estas son algunas ideas para la celebración de los ritos pastafaris en aquellos momentos importantes de la vida de cada cual… o cuando simplemente queramos juntarnos para celebrar algo. Lo que sea.
Bienvenida al mundo
Se celebrará tantas veces como sea menester en la vida del pastafari, siempre que éste tenga entre 16 y 1.432 años y sus familiares, amigos, conocidos, vecinos, portero de la finca o repartidor del butano consideren que merece celebrarse la venida al mundo del sujeto. Esta celebración no supondrá ninguna atadura con la religión por parte de ninguno de los presentes, salvo que lo quieran, claro.
El rito consistirá en compartir, cocinado por alguno de los presentes, un plato de pasta (con o sin gluten) acompañada de las salsas que los presentes prefieran, condimentadas al gusto de las masas y regadas, preferiblemente en vaso, botella, lata o cubo de la fregona de abundante cerveza (con o sin alcohol, sin gluten o sin cerveza). La fiesta ha de durar entre un rato corto en el descanso de un partido de fútbol hasta un rato corto en el descanso de alguna película de estreno en una televisión en abierto (45 minutos aprox.). Opcionalmente, si cualquiera lo desea, la celebración puede durar hasta que el sujeto sobrepase los 1.432 años, en cuyo caso consideraremos que ya está bien de tanta fiesta.
Mayoría de edad
Se celebrará cuando el pastafari alcanza la edad legal para la compra de alcohol en el país o lugar que resida. Todo el rito es oficiado por el nuevo mayor de edad. El rito consistirá en acudir en procesión, el celebrante con varias personas más (tres más al menos), a un establecimiento que dispense productos alcohólicos. Allí, ante la mirada complaciente de la comunidad, el celebrante procederá a la compra de un pack de 6 latas de cerveza, marca a elegir, que repartirá entre los pastafaris mayores de edad allí congregados y que quieran comulgar con el celebrante. Opcionalmente, si ninguno de los amigos o familiares quiere beber, el celebrante podrá cambiar de amistades.
Boda, casamiento, amancebamiento o vida en común de dos personas con fines más íntimos que los relativos de la mera amistad
Esto se celebrará por todo lo alto, o no, claro. Dado que esto va en gustos, se podrán realizar toda suerte de variantes hasta el mismísimo absurdo. Lo aquí descrito es solo una de las infinitas formas de celebración.
Un celebrante, pastafari de pro, da un breve discurso sobre las maravillas de la vida presente (y única) y el disfrute de ésta por si acaso va a ser verdad que no hay opción de obtener otra vida ni insertando una moneda en la máquina. Acabado el discurso los contrayente, novios, mancebos, amigos con derechos o como quieran describirse a sí mismos comerán un plato de espagueti con tomate y albóndigas acompañado por una pinta de cerveza, marca y especialidad a elegir por el celebrante (por aquello de que los casados sepan que no siempre se puede elegir todo en esta vida). Sobra decir que habrá un solo plato y un solo vaso y que los dos comerán y beberán del mismo.
Una vez terminada hasta la última mota de pasta (nuevamente se puede abusar de la feliz pareja haciendo kilo y medio de espagueti con tres docenas de albóndigas) todos los presentes aplauden jocosos y jubilosos, se dan abrazos, golpes de aprobación en la espalda mientras mantienen sonrisas de «ya verás cuando veas cómo te estoy dejando la chaqueta de pintura, ya» y bailan y escuchan música sujeta a derechos de autor por la que la sgae no va a ver un céntimo por ser un acto religioso.
Nota: cualquiera de estos sacramentos se puede hacer en cualquier lugar. La casa de nuestro condimentado señor está donde están sus simpáticos seguidores.